Poesía... eres tú.

La transfiguración de la melancolía

Dejé caer el crepúsculo
de mis dedos entre los
claroscuros de las
palabras ciegas y las miradas
sordas.

Ya no servía golpear las paredes
del vacío, ni desangrar el cielo
cortado por la transfiguración
de la melancolía; se me
derraman tus labios por
entre las ramas,
y las sílabas abiertas
lloran su alma hasta
ser transparentes.

La calma pretendida
de los silencios marchitos,
de las líneas esféricas
que describen el vuelo
de la fugacidad eterna,
ya son nieve y escarcha
en mis venas al contacto
con el fuego del horror vacui
de tus pupilas.

El recuerdo consentido
de la genética soñada
de tus versos,
o de las hojas caducas
de cada fusa compuesta
por nuestros labios sempiternos.

La transfiguración de la transgresión osada.


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